sábado, 30 de octubre de 2010

cronicas de un censo

una peatonal. nenes jugando a la pelota, musica, ruido, gritos sobre todo. Mis hermanas me habían contado que todos los de su manzana decian que tengan cuidado con esa cuadra. Yo como siempre desconfiada de los desconfiados me lanze a la aventura de conocer esas casas que segun me dijeron eran tomadas -ademas que tenía que ayudar a mi hermana-. En la primera que entro una familia de seis hijos. una nena con una carita que me daban unas ganas, nose.. de abrazarla, de poder hablar enserio. Los nenes me miraban como si fuera famosa y yo me sonreia por dentro y por fuera. Una pobreza mas digna que había conocido antes. Una familia mas unida de las que conocí en las cuarenta casas que censé.
Esa mujer de los grandes ojos hinchados, mirada triste labios gruesos, palabras tironeantes.. Para todo tenía algo que decir. Un hijo que no podía despegarse de sí, un marido que ya no estaba, como decía ella, y nunca va a ver otro igual.
Un patio de los que pensé que ya casi no existían. Entro, un hombre gordo de unos setenta años, anteojos gruesos, barba a medio afeitar y mas detalles que se me escapan. Me dice que me estuvo esperando desde la mañana- eran las seis de la tarde-, que lo perdone, que armó la mesita lo mejor que pudo -era una mesita con un mantel que tenía rueditas y se me corria-. Palabras, palabras. Un amigo que lo había desfraudado, el le prestó una habitación que ahora estaba vacía. Estaba de novio y vivían en casas separadas. Palabras, palabras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario